Morgana Vatori
Scortum

20.2.11

Entrada terapéutica

Algo a perturbado mi siesta. He mirado el reloj y mostraba en números grandes y claros las 17.23. Pronto. Después de estirarme y cambiar de postura he cerrado los ojos con un gran suspiro, esto de no tener que estudiar me hace experimentar sensaciones muy placenteras.

He comenzado a pensar. Nunca he tenido dificultades para conciliar el sueño, ni en los malos momentos, porque cuando mi propósito es dormir, duermo, no pienso. Pero hoy me he puesto a pensar. De pronto algunos fantasmas del pasado han vuelto a mi cabeza, he revivido uno por uno todos los detalles de aquel suceso y me ha resultado imposible calmarme y dormir.

Me he tapado entera, incluida la cabeza; he cerrado los ojos y he tratado de calmarme, pero cuando ese tema llega a mí nada me apacigua y, desde luego, nada me calma.

Las lágrimas han recorrido de nuevo mi rostro en busca de un lugar cálido dónde poder morir. He examinado cada día como si hubiese ocurrido esta misma semana. Cada conversación. Cada sentimiento de impotencia y miedo. Cada instante de dolor.

La naturaleza no me ha dotado de una gran memoria, pero revivo aquellos momentos con una facilidad asombrosa; veo cada detalle, siento todo lo que sentí, huelo esos hombros amigos que me consolaban y oigo, de nuevo, todas aquellas palabras de ánimo.

Puede que haya sido por la hora o por despertarme con una horrible sensación de soledad, pero me he visto despertando aquél jueves, he visto mi ordenador arrancando y he visto mi monitor devolviéndome una y otra vez la misma imagen. He recordado la llamada que hice y la respuesta que recibí. He recordado cómo no dormí aquella noche y como no atendí en las clases del día siguiente. He revivido las conversaciones, las preguntas y mis respuestas. He recordado cómo pasó el tiempo con unos interrogantes que no se resolvían. El miedo es lo que más me duele. Aún a día de hoy sigo llorando cuando me acuerdo de todo eso y, aunque no puedo decir nada más, quería trasmitir aquí, en mi solitario y hundido blog, que sigo sintiendo como sentía en aquella época, sigo siendo como era, pensando como pensaba y llorando como lloraba.

Muy a pesar mi mente no ha borrado como debía aquellos momentos, espero que tras esta entrada terapéutica, por lo menos, aprenda a recordarlo sin hundirme con cada recuerdo.